"A la hora en que las olas suben por la atracción de la Luna, me tendí sobre la arena, después de bañarme en el mar. De repente, comencé a ascender de cabeza, porque los cabellos, especialmente, tenían agua entre sus hebras. Me elevé en el aire, recto, muy recto. ¡Como un ángel! Subía, subía dulcemente, sin ningún esfuerzo y de repente, sentí un golpe. Entonces..."
Acto Tercero, escena XIII
Cyrano de Bergerac, Edmond Rostand
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